El Real Madrid se despide de la Liga de Campeones antes de tiempo y por cuarta temporada consecutiva no estará entre los ocho mejores del continente. Al campeón ya sólo le queda la Liga. Se esfumó la Copa del Rey como ahora lo ha hecho la Champions, trofeo que un año más dormirá lejos de las vitrinas del Bernabéu. En la primera curva peligrosa, el conjunto que entrena Bernd Schuster se ha salido. De nada sirvió jugar la vuelta en casa y nada hay que reprochar a la clasificación justa de la Roma, un gran equipo, muy bien construido y mejor dirigido por su técnico, Luciano Spalletti. Las bajas no deben servir de excusa. Es la hora de analizar las causas de la merecida eliminación, de buscar soluciones y de pedir responsabilidades. Los errores que uno disimula en la Liga terminan por retratarte en Europa, donde los defectos se hacen más visibles.
El Madrid había tomado por costumbre perder los partidos que jugaba bien y dominaba más que el contrario. Ahora ya tampoco vence los que juega mal y que en otro tiempo contaba por triunfos. Más allá del resultado final, esta eliminatoria dejó varias enseñanzas que no han hecho más que reforzar las impresiones previas que había sobre los dos equipos. El Madrid tiene serios problemas para generar fútbol y ya no es una cuestión puntual, de un determinado partido o provocada por la elección de los jugadores. El juego es pobre ya casi por costumbre y el problema parece más grave de lo previsto. La excelencia no es vivir de las individualidades. Y ahora mismo el Madrid sólo vive de sus individualidades y de la capacidad de pegada. Cuando le falla alguna de ellas, el equipo se queda sin capacidad de reacción.
Si delante está un equipo italiano que juega como si no lo fuera, los problemas se multiplican. Al orden y sentido táctico que definen a cualquier conjunto transalpino, la Roma añade una imaginación y un trato del balón que le convierten en el que mejor juega en la Serie A. Controló con facilidad y suficiencia al Madrid durante 75 minutos, justo hasta que Taddei silenció el Bernabéu con un golazo de cabeza. Sin tiempo para las lamentaciones empató Raúl, aprovechando una posición de fuera de juego, y el Madrid se transformó.
Nada había hecho hasta entonces para merecer la clasificación y todo lo que se le había pedido lo mostró en el último cuarto de hora. Quince minutos de pasión, entrega, de recuerdo de noches épicas ya demasiado lejanas. Lo que no habían conseguido con fútbol, lo lograron con el corazón. Tembló la Roma, que por primera vez se dio cuenta de que lo que significa jugar en el Bernabéu en Liga de Campeones.
Agobió el Madrid, resistió la Roma, marcó Vucinic y se acabaron los viajes por Europa esta temporada para Bernd Schuster y sus jugadores. Demerito suyo y mérito de la Roma, que, para quienes aún no los conocieran, presentó en el mejor escenario posible a un grupo de futbolistas que conocen el juego, saben interpretarlo y leen con picardía las debilidades del contrario. El central brasileño Juan fue el jefe de la defensa, Aquilani y De Rossi dominaron el centro del campo y el ritmo del partido, ¡y de qué manera!, Cicinho fue un puñal que corrió la banda derecha como no lo hacía cuando vestía de blanco, Taddei apareció lo justo, pero fue para sentenciar, Perrotta fue el perfecto enganche y Vucinic el ejemplo de que esta Roma tiene banquillo. Tampoco fue necesaria una aportación especial de Totti, que todavía así dejó algún detalle. Mérito todo ello de Luciano Spalletti, un técnico más que brillante. Logró dos goles en el Bernabéu y pudieron ser más, de no ser por Casillas y por los palos, que repelieron remates de Aquilani y Vucinic.
Baptista también disparó al larguero y salvo el tanto de Raúl no hubo más noticias positivas de un Madrid perdido en el centro del campo, donde naufragaron Diarra, Guti y Gago. Se mostró inestable en defensa, donde repareció como titular Pepe, que acabó expulsado por doble amonestación, y muy confuso en ataque, donde Robinho acusó la falta de ritmo y Baptista continúa sin aportar demasiado al juego.
Llega el momento de lamentarse lo justo y de buscar las respuestas a los males de un equipo que se encuentra fuera de sitio en Europa. Lo que hay puede servir para la Liga, pero no para caminar por la senda correcta, la del triunfo, en la Champions.
No hay comentarios:
Publicar un comentario