domingo, 30 de marzo de 2008

El Zaragoza entra en el descenso con polémica


Y es que, tras lo visto esta tarde en Zorrilla, debe ser cierto que el fútbol es un estado de ánimo, tal y como asegura Jorge Valdano. Hoy al menos fue así, ya que el encuentro tuvo muchas caras y todas ellas muy distintas, según fuera el marcador.

Los dos llegaban a este enfrentamiento rodeados de urgencias y eso, casi siempre, estrangula el espectáculo y acentúa el pragmatismo. El Zaragoza, además, añoró inicialmente al brasileño Matuzalen y al argentino Pablo Aimar, aunque su formación 4-1-4-1, trató de maniatar a un Real Valladolid que salió dinámico, fulgurante y a por todas.

El equipo de Manolo Villanova se replegaba con orden y corrección, mientras que los locales mostraban mejores intenciones que otras tardes, jugando con paciencia, tocando el balón con cierta calidad y sin "patadones" de ansiedad.

Con presión y buena circulación de balón, los de Mendilibar gobernaron el medio campo ante un rival escasamente beligerante y que parecía querer "firmar" las tablas sin rubor alguno. Sin embargo, Oliveira (min. 25) tuvo la primera opción clara del partido y eso, pareció asustar momentáneamente al Valladolid que vio como se diluía su prometedor comienzo de partido, con presión constante y notable fluidez ofensiva tras robar el balón.

En la segunda visita del Zaragoza al área de Sergio Asenjo, Zapater aprovechó una jugada de Diego Milito para marcar a placer (min. 29). El Valladolid había dado puñetazos al aire durante media hora, pero su oponente le golpeó el plena mandíbula y en cuanto tuvo oportunidad de percutir y de hacer daño en el marcador, lo hizo.

El Real Zaragoza creció, y de qué manera, tras su gol. Con Joseba Llorente solo en ataque, el Real Valladolid desapareció. Los de Mendilibar tocaban y tocaban, llegaban al borde del área, pero casi todo eran fuegos de artificio. Nada serio.

En los primeros minutos de la reanudación, apenas cambió el estado del partido. El Real Zaragoza, con muy poco, se veía ganador, pero un penalti sobre Joseba Llorente, al menos discutible, dio vida al Real Valladolid.

La transformación de Víctor Manuel Fernández (min. 53) cambió la dinámica y la mentalidad de unos y otros. Los de Mendilibar volvieron a presionar y los aficionados locales, a creer. Todo se volvió del revés. Fue algo sorprendente.

El Valladolid, que parecía muerto, apretó los dientes, tuvo ocasiones y dio sensación de que, además de querer, podía. Villanova no lo vio claro y retiró a Diego Milito para jugar con dos pivotes (Luccin y Celades). El Zaragoza ya sólo se defendía y García Calvo tuvo fácil el 2-1, a medio metro del área pequeña, pero su remate se fue al limbo.

El campo, las ganas y el balón eran del Real Valladolid. Los aragoneses lo fiaban todo a las carreras de Oliveira, pero estaban contra las cuerdas y esperando el sonido de una campana salvadora. Así, Joseba Llorente, en una jugada embarullada (min. 74), asestó al Zaragoza el golpe que se venía mereciendo, porque los maños se volvieron excesivamente rácanos en su juego y el gol del guipuzcoano castigó sus constantes pérdidas de balón.

El 2-1 ya no se movería, aunque el final fue dramático y agónico para el Real Valladolid, ya que Lizondo Cortés anuló un gol a Sergio García por un dudoso fuera de juego. Era el minuto 93 y ahí pudo cambiar todo.

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