Seis años después regresaba el Tottenham a una final y lo hacía de la mano del técnico Juande Ramos, artífice de una revolución capaz de llevar a los Spurs a conquistar el título de la Carling Cup tras nueve años de sequía ante el todopoderoso Chelsea de Abramovich. Un éxito que certifica la calidad del español en los banquillos.
Y eso que el partido comenzó cuesta arriba con el gol de Didier Drogba. Corría el minuto 39 y el marfileño colaba el esférico al fondo de la red con el lanzamiento de una falta que pilló desprevenido a un mal colocado Robinson, que dejó totalmente descubierto su palo. El delantero africano rompía así la igualdad en el luminoso del nuevo Wembley tras una primera parte marcada, sobre todo, por las imprecisiones y el juego cortado.
Ninguno de los dos equipos quería tomar excesivos riesgos y los fallos en los pases del centro del campo fueron la tónica dominante de los primeros 45 minutos. El Tottenham dominó más, pero las ocasiones de mayor peligro cayeron siempre del lado del Chelsea. Pero un penati en el minuto 70 de partido cambió toda la dinámica y, además de permitir a Berbatov empatar a uno, facilitó el juego de los hombres de Juande Ramos, que encerraron a los blues en su campo.
El contragolpe fue entonces la principal arma de los de Stamford Bridge, que volvieron a tener en Didier Drogba a su jugador más peligroso y destacado. Pero el marcador no se movió y los 90 minutos reglamentarios desembocaron en la prórroga. Y, ahí, acabó de sentenciar el equipo de Juande. A los cuatro minutos Woodgate lograba el 2 a 1 definitivo con la inestimable colaboración de Cech, que salió mal y no calculó bien la distancia. El Chelsea se volcó entonces al ataque ante un Tottenham que apenas traspasó la medular del campo, pero pese a contar con innumerables ocasiones, los blues se estrellaron una y otra vez ante Robinson.
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