Ronaldinho eligió el mejor escenario y la mejor competición para recordar que el fútbol que llevaba en sus botas no se había evaporado. El Celtic Park, o ‘El Paraíso’ como es conocido por los aficionados del conjunto católico, sirvió para que el brasileño volviera a exhibir su magia y se reivindicara en la Champions League, el torneo con más prestigio del mundo. El crack marcó las diferencias y fue la estrella que parecía haberse apagado de forma definitiva.El declive de Ronnie se había desencadenado de forma paulatina, aunque se acentuó a partir del Mundial de Clubs de Japón. Ya no había llegado en buenas condiciones del campeonato del Mundo de Alemania, aunque le habían salvado actuaciones esporádicas como ante el Werder Bremen en la Champions o con el golazo de chilena frente al Villarreal. A partir del torneo nipón y el inicio del 2007 se empezó a vislumbrar a un Ronaldinho que muy poco tenía que ver con el que fue coronado como el mejor jugador del planeta.El brasileño fue uno de los claros exponentes de la caída en picado del equipo, que concluyó con el estrepitoso final de temporada en el que se perdió la Copa en semifinales con una goleada imperdonable en Getafe y con el ‘regalo’ del título de Liga al Real Madrid.Ronaldinho parecía haber tomado nota de errores anteriores y su gesto de renunciar a la Copa América fue interpretado muy positivamente ya que significaba que quería entregarse en cuerpo y alma al Barça para volver a levantar títulos de inmediato. Sin embargo, su primera vuelta de la presente campaña no pudo ser más decepcionante. Sus goles a balón parado no eran argumentos de peso para justificar su condición de intocable dentro del equipo. Ronaldinho ya no se marchaba en el uno contra uno, su contribución al juego era mínima y no aportaba intensidad en la presión, aunque en esta faceta nunca ha destacado ni se le ha pedido demasiado. Rijkaard siempre ha sido su defensor más fiel, pero no tuvo más remedio que sentarle en el banquillo. Su vuelta de una concentración del Brasil en un estado físico bajo mínimos fue el detonante. El holandés le sentó con la intención de protegerle y darle entrada cuando las circunstancias le fueran más favorables y creyó que el partido ante el Real Madrid era la ocasión ideal. El eterno rival, un Camp Nou hasta los topes y la enorme expectación desatada animarían al crack para lucirse. Sin embargo, Ronaldinho, pese a ponerle muchas ganas y nunca esconderse, no pudo evitar la derrota ante los blancos. El Madrid se marchó a siete puntos en el parón navideño y el físico del brasileño no aguantó más. En uno de los últimos entrenamientos del año se quejó de molestias en la rodilla y entró en la lista de bajas por una tendinitis rotuliana. Ronaldinho aprovechó el parón para ponerse en forma con dobles sesiones, con carreras por Collserola y la playa incluidas, antes de volver a una convocatoria de Frank Rijkaard un mes más tarde. El brasileño iba entrando en las segundas partes hasta que al cuerpo técnico le convenció el último cuarto de hora que jugó en Zaragoza, donde transformó el penalty de la victoria. En el Celtic Park le llegó su oportunidad y la supo aprovechar. Ronnie saltó al campo como una moto, presionando, corriendo, pidiendo el balón y encarando a los rivales. Unas virtudes que habían permanecido ocultas hasta que salieron a flote en Glasgow.El plan específico y la dura medicina del banquillo le hicieron espabilar. Quedar de nuevo relegado como un suplente más en la Champions hubiera sido un golpe muy duro para él y, cuando se vio en el once titular, se dio cuenta de que no podía volver a decepcionar. Ronaldinho jugó como no se le había visto durante todo el 2007 y contribuyó de forma decisiva al triunfo en el feudo del campeón escocés. El brasileño firmó un partido redondo. Jugó para sus compañeros, pasó el balón cuando era necesario y trató de marcharse en acciones individuales. Sus síntomas de mejora deben confirmarse en los siguientes compromisos. Si su progresión sigue por el mismo camino, Ronnie sería, sin duda, el mejor ‘fichaje’ para afrontar el tramo decisivo de la temporada en el que el Barça ha recuperado el aliento y la esperanza de ganar los tres títulos en liza.
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