El Racing no duerme en Champions sólo por un goalaverage desfavorable. El Valencia no lo hace con medio cuerpo colgando por el barranco del descenso porque su partido se adelantó. Dos matices que no pueden ocultar el verdadero bosque de ambas entidades, frondoso y verde esperanza en el caso de los cántabros y en llamas en los ches, cuyo ensayo de cara a la final de Copa terminó en otro ridículo, en gritos de "Koeman vete ya" y en una sensación de impotencia que Marcelino agrandó con su magnífica lectura.
Si alguien en el palco de Mestalla quería examinar al técnico asturiano, ya estará redactando el contrato para firmarle porque, si para los dirigentes blanquinegros Koeman no ha hecho méritos aún para ser destituido, entonces Marcelino se merecería un contrato vitalicio. Y lo más grave para el Valencia es que muchos de los entrenadores (posiblemente todos) que se miden a los ches causan esta excelente sensación, con lo que uno ya empieza a pensar que no es que el colectivo de técnicos sea tan bueno sino que Ronald es un desastre. Y después podrá ganar la Copa del Rey, igual que un reloj parado da la hora bien dos veces al día.
Ante tanta miseria valencianista, el temporadón del Racing brilla aún más, pues nadie podía soñar con que iban a pelear por la Champions. Pero ésa es la realidad y aunque a la plantilla le falten recursos para meter la cabeza entre los cuatro primeros, lo que no se les escapará será un puesto europeo, que no es poco. Anoche liquidaron al Valencia, con una dosis de fortuna y una manita arbitral (el 1-2 fue en fuera de juego), pero dejando un sello de seriedad y lección aprendida envidiables. Se notó que nada en los racinguistas era al azar, que los movimientos no eran improvisados y que los jugadores creen en lo que hacen, por eso corren sin balón sabedores de que la pelota les terminará llegando y ocupan los espacios convencidos de que ese lugar es el mejor en el que pueden estar. Envidiable.
La primera hora fue visitante, de hecho lo fue todo el partido menos el ramalazo de furia que le entró al Valencia entre los minutos 63 y 80. En ese breve periodo la victoria debió quedarse en casa, pero Morientes se estrelló dos veces con la madera, ambas a pase de Joaquín. Ahí se demostró que el del Puerto es el valencianista más desequilibrante y, también, que con dos puntas se multiplica el peligro. Aunque Koeman se empeñe en su ineficaz 4-3-3, no jugar con Morientes y Villa juntos es un pecado.
La puntilla.
Antes de ese ciclón que Marcelino desactivó dándole entrada a Navas para la batalla aérea, el Racing ya estaba por delante y la herida no era mayor porque Tchité perdonó dos veces. Tras el empate de penalti llegó otro no pitado de Moretti a Pablo Álvarez, cuya entrada fue un acierto. La ambición visitante tuvo premio y llegó el 1-2 en una bonita jugada colectiva. Fue fuera de juego, sí, pero si alguien se quedó anoche en esa posición fue Koeman y su Valencia.
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