domingo, 9 de marzo de 2008

El Madrid se saca parte del veneno

Con poco que ganar en juego, el Madrid se quitó un peso de encima de importancia, que podría haberse visto aumentado con peligrosidad. Los blancos agarraron una victoria balsámica que permite sacarse parte del veneno que la Roma les inyectó. A base de casta y empuje, el Madrid superó a un Espanyol timorato, que sabía lo que tenía que hacer, pero que se rindió ante un equipo angustiado, que levanta la cabeza y que mira el futuro con algo de optimismo tras el batacazo en Europa.

El tanto de Valdo, aprovechando el enésimo despiste de un equipo que no aprende ni a base de palos, hurgó en una herida que se tapó por corazón, garra y las facilidades de un Espanyol que no es el de la primera vuelta.

El camino marcado en la jornada de reflexión blanca pasaba por llegar a un destino en el que no importaban los medios y en el que Gago fue apartado de esa senda. El argentino pagó los platos rotos y desapareció de un once en el que entró un Higuaín que aportó lo de siempre. El 'Pipita' inyectó, junto a Marcelo, un nuevo aire marcado por el ímpetu, sin mucha cabeza ni coherencia, pero que no le vino nada mal a un Madrid apático, sin confianza. El lateral brasileño volvió al once tras su olvido, mandando a Heinze al centro de la defensa por la indisposición de Cannavaro.

Respirando con la rodilla

La incomodidad de la cita se reflejó en un arranque con malos augurios en el Bernabéu. El Espanyol presionó la salida madridista, incómoda ante la presencia de cualquiera, y quiso contrarrestar unas buenas iniciales maneras de un equipo local despistado ante lo que se le venía encima. Los nervios y dudas presentes los quiso tapar el Madrid tirando de un empuje en el que no participaron Robinho y Guti. El brasileño, fuera del partido, dejó el choque en el descanso sin pena ni gloria. El '14' tuvo que esperar a la segunda mitad, ante la comodidad, para agarrar el timón.

Cuando los de Schuster más se habían acercado al área rival, el Espanyol les dio un buen disgusto. Valdo protagonizó el eterno capítulo de los ex madridistas que golpean el corazón de Chamartín y aprovechó un despiste blanco a balón parado. Las maneras de recibir el gol no son noticia y reflejan el estado dubitativo de un Madrid que no pone atención.

Al borde del descanso, con los madridistas directos al socavón, Higuaín le dio un respiro a los suyos. El argentino, insistente como pocos, remató con la rodilla un centro de Marcelo que no pudo despejar Kameni y que vio dentro de su marco. Más tarde, la voluntad blanca tomó aire con el sabor que dejó el gol y el descanso.

Héroe desquiciado

Drenthe entró en sustitución del perdido Robinho y, revolucionado, colaboró en la reactivación madridista. Los de Schuster, imprecisos como su rival, no dejaron de lado su angustia, pero se empeñaron en llevarse el partido y dejaron al Espanyol sin premio alguno. Schuster tiró de Sneijder transcurrida la segunda mitad y Valverde, de Tamudo. El capitán 'perico', querido y ovacionado en el Bernabéu y en su casa, acabó expulsado tras el pitido final. No le sentaron bien los aplausos.

En torno a la película de imprecisiones y con los tres puntos en el alambre, apareció Raúl para fabricarse el segundo. El '7' recibió un suave agarrón de Jarque dentro del área y, exagerando un poco la caída, llevó el cuero al punto de penalti. El alma de este Madrid tiró de galones, engañó a Kameni y sacó una sonrisa anhelada en La Castellana.

El Espanyol quedó conmocionado y, por físico e ilusiones, no sembró el pánico tras el segundo tanto madridista. Los blancos se sintieron más cómodos que nunca, con espacios y a la contra, y pudieron acabar antes con un partido que alivia a este Madrid como pocos. El cura escuchó los pecados y perdonó, aunque sólo sea por una noche, los errores anteriores.

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