Arsenal y Milan conformaron el pasado mes de diciembre en el sorteo de octavos una de las eliminatorias estrella de esta Champions, una eliminatoria que prometía buen juego y goles. Sin embargo, en el partido de ida no hemos disfrutado ni lo uno ni lo otro.
Sobre el césped del Emirates Stadium se presentaron dos equipos sólidos, prácticamente impenetrables debido a dos planteamientos que desde el banquillo sometieron el desarrollo del encuentro a la pelea por el mediocampo, una pelea que no se decidió en todo el encuentro.
La telaraña de Ancelotti para atrapar a Cesc dio resultado, porque el 'playmaker' español no tuvo en ningún momento el timón que su equipo necesitaba para superar a un Milan mucho más físico. Cesc tenía que bajar en exceso a su propio campo para intentar armar el juego del Arsenal, con lo que los ingleses perdieron eficacia arriba. Además, Adebayor se sentía como un náufrago en medio del océano, rodeado de una familia de tiburones de apellidos como Nesta o Maldini.
La situación en el bando milanista no era muy diferente, porque su 'fantasista', Andrea Pirlo, tampoco tuvo el peso necesario para decantar el partido a su favor. El náufrago rojinegro no era otro que Alexandre Pato, que dejó en el banco a Inzaghi y a Gilardino, nada menos, pero su soledad era tal que no pudo más que intentar algún que otro disparo desde lejos.
Aprieta el Arsenal
En el minuto 41 el Arsenal dispuso de su ocasión más clara, cuando Adebayor no acertó a ceder el balón a Cesc, que entraba como una locomotora y más solo que la una por la frontal. Este fue el preludio de unos minutos en los que los locales agobiaron a un Milan que se vio obligado a encerrarse en su área.
En definitiva, Ambrosini y Gattuso igualaban a Flamini y Eboué en sus labores de destrucción, mientras Cesc y Hleb, por un lado, y Seedorf y Pirlo, por el otro, no acababan de aparecer. Los primeros minutos de la segunda mitad fueron un verdadero asedio inglés, pero nadie parecía tener el punto de mira ajustado. Cesc lo intentó desde fuera, Adebayor por el centro, de cabeza o de la manera que fuese, pero nadie consiguió batir a un Kalac muy seguro.
Del Milan muy pocas noticias, y en concreto de Kaká ninguna. El brasileño no entraba en juego porque no se ofrecía, y es una sombra del jugador que ganó el Balón de Oro. Esto no quita que sea capaz de aparecer en un destello de los que solo pueden presumir las estrellas mundiales, y que en la vuelta en San Siro decida el partido y la eliminatoria, pero tampoco se puede permitir el lujo de abandonar a su equipo durante 90 minutos porque le da la gana.
Adebayor, al larguero
A medida que avanzaba el encuentro, las cartas se destaparon definitivamente, con un Arsenal lanzado a por el área italiana pero incapaz de superar la línea defensiva 'rossonera', y un Milan agazapado, demasiado agazapado, esperando un contraataque que nunca llegó. En una de esas intentonas, Pato se lesionó y tuvo que ser retirado en camilla.
Tanto lo buscaron los ingleses que al final casi lo encuentran, y no podía ser otro que su náufrago. Adebayor tuvo en su cabeza el gol que hubiera aclarado el camino a los de Wenger, pero su cabezazo a menos de un metro de la portería fue escupido por el larguero.
Cesc y su tropa viajará a San Siro con un empate que debió ser algo más, aunque solo fuera un 1-0, mientras que el Milan deberá mejorar su juego y su pegada si quiere alcanzar algún éxito esta temporada.
Sobre el césped del Emirates Stadium se presentaron dos equipos sólidos, prácticamente impenetrables debido a dos planteamientos que desde el banquillo sometieron el desarrollo del encuentro a la pelea por el mediocampo, una pelea que no se decidió en todo el encuentro.
La telaraña de Ancelotti para atrapar a Cesc dio resultado, porque el 'playmaker' español no tuvo en ningún momento el timón que su equipo necesitaba para superar a un Milan mucho más físico. Cesc tenía que bajar en exceso a su propio campo para intentar armar el juego del Arsenal, con lo que los ingleses perdieron eficacia arriba. Además, Adebayor se sentía como un náufrago en medio del océano, rodeado de una familia de tiburones de apellidos como Nesta o Maldini.
La situación en el bando milanista no era muy diferente, porque su 'fantasista', Andrea Pirlo, tampoco tuvo el peso necesario para decantar el partido a su favor. El náufrago rojinegro no era otro que Alexandre Pato, que dejó en el banco a Inzaghi y a Gilardino, nada menos, pero su soledad era tal que no pudo más que intentar algún que otro disparo desde lejos.
Aprieta el Arsenal
En el minuto 41 el Arsenal dispuso de su ocasión más clara, cuando Adebayor no acertó a ceder el balón a Cesc, que entraba como una locomotora y más solo que la una por la frontal. Este fue el preludio de unos minutos en los que los locales agobiaron a un Milan que se vio obligado a encerrarse en su área.
En definitiva, Ambrosini y Gattuso igualaban a Flamini y Eboué en sus labores de destrucción, mientras Cesc y Hleb, por un lado, y Seedorf y Pirlo, por el otro, no acababan de aparecer. Los primeros minutos de la segunda mitad fueron un verdadero asedio inglés, pero nadie parecía tener el punto de mira ajustado. Cesc lo intentó desde fuera, Adebayor por el centro, de cabeza o de la manera que fuese, pero nadie consiguió batir a un Kalac muy seguro.
Del Milan muy pocas noticias, y en concreto de Kaká ninguna. El brasileño no entraba en juego porque no se ofrecía, y es una sombra del jugador que ganó el Balón de Oro. Esto no quita que sea capaz de aparecer en un destello de los que solo pueden presumir las estrellas mundiales, y que en la vuelta en San Siro decida el partido y la eliminatoria, pero tampoco se puede permitir el lujo de abandonar a su equipo durante 90 minutos porque le da la gana.
Adebayor, al larguero
A medida que avanzaba el encuentro, las cartas se destaparon definitivamente, con un Arsenal lanzado a por el área italiana pero incapaz de superar la línea defensiva 'rossonera', y un Milan agazapado, demasiado agazapado, esperando un contraataque que nunca llegó. En una de esas intentonas, Pato se lesionó y tuvo que ser retirado en camilla.
Tanto lo buscaron los ingleses que al final casi lo encuentran, y no podía ser otro que su náufrago. Adebayor tuvo en su cabeza el gol que hubiera aclarado el camino a los de Wenger, pero su cabezazo a menos de un metro de la portería fue escupido por el larguero.
Cesc y su tropa viajará a San Siro con un empate que debió ser algo más, aunque solo fuera un 1-0, mientras que el Milan deberá mejorar su juego y su pegada si quiere alcanzar algún éxito esta temporada.
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